CuEnTaCuEnToS: El camino era tan estrecho que se hacía díficil caminar erguido sin caer...
El camino era tan estrecho que se hacía difícil caminar erguido sin caer. No tenía muy claro como había llegado hasta allí pero lo cierto es que allí estaba, en un túnel sin salida aparente, sin apenas rastro de claridad y con miedo de estar siguiendo una dirección equivocada. En su cabeza todavía había recuerdos lejanos del lugar de donde procedía, del lugar donde había nacido, donde había pasado su niñez. Todavía no se explica lo que pudo pasar aquella noche. Todos dormían, o por lo menos lo intentaban porque en los últimos días se notaba una agitación extraña en el ambiente. Todos sabían que algo iba a suceder pero nadie sabía a ciencia cierta ni qué ni cuando.
Fue aquella noche. Preso del nerviosismo colectivo había decidido acostarse pronto, aunque no pudo conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada. De repente una sacudida que hizo temblar todo el lugar. Todos se despertaron. El nerviosismo lo invadía todo, todos gritaban, los gritos se mezclaban unos con otros creando un murmullo que era imposible descifrar. El nerviosismo crecía por segundos, hasta que en un abrir y cerrar de ojos todos se vieron envueltos por un impulso que les hacía correr, correr despavoridos hacia cualquier lugar. Quizá fuera un efecto en estampida, alguien que empezara a correr y los demás le siguen sin motivo alguno, aún no sabiendo lo que pasaba. Así se vio inmerso en una carrera sin destino aparente, sin razón, compuesta en su mayor parte de miedo por no saber lo que estaba pasando.
Al principio iba rodeado de muchos más presos también por el pánico, pero poco a poco se había ido quedando cada vez más solo, ya sea porque los demás tomaban caminos diferentes o por el cansancio que ya empezaba a hacer mella en la velocidad de su carrera. La oscuridad era cada vez más acentuada, el frío húmedo de aquel lugar hacía estremecer su ya débil cuerpo. Todo pasaba a gran velocidad, si quería salir de aquel lugar debía pensar en algo y debía hacerlo rápido.
Cuando ya iba a tirar la toalla lo vio, medio escondido entre unas hierbas. Durante toda su vida había soñado con aquel momento y ahora no podía creerlo. Intentó en vano controlar el latido de su corazón y la frecuencia de su respiración. Allí estaba, ante él, casi podría atreverse a decir que estaba esperándolo. Se quedó en silencio durante un tiempo, minutos, horas quizá. Simplemente lo contemplaba admirando cada detalle. Lo rodeó. Sí, estaba totalmente seguro, era su destino. En aquel momento supo que debía hacerlo.
- Sí señora, está usted embarazada, los análisis así lo demuestran, dentro de 8 meses, si todo va bien serán uno más en la familia.