sábado, 6 de septiembre de 2008

CuEnTaCuEnToS: Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores...

Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores de esas que sé que te dan alergia. De esas que hacen que se te pongan los ojos rojos rojos, y que seguidamente no pares de estornudar hasta que yo te traiga un poco de antihistaminico y vuelvas a ser tú. Entonces me mirarías con cara de pocos amigos y me retarías a que te dijera el porqué de aquella jugada ya que sé perfectamente la reacción que te producen esas flores. Entonces yo me inventaría cualquier excusa y te diría, por ejemplo, que hacía mucho que no te compraba flores y por lo tanto había olvidado aquellas que te daban alergia. Tú me perdonarías con un suave beso en la mejilla, como siempre haces, y me dirías que no pasa nada, pero que para la próxima vez te consulte ante de comprarte flores. Yo asentiría con una sonrisa picarona y te devolvería el beso en la mejilla, como también sé que te encanta que lo haga.
A continuación me pasaría la tarde entera siguiéndote de un lado hacia otro, hasta que, cansada, me miraras con aire despreocupado y me dijeras aquello de que me fuera a hacer algo mejor. Entonces aprovecharía para salir al jardín y desenterrar aquello que tantas ganas tuve desde que sé que existe, aquello que tú escondiste precisamente para que nadie fuera capaz de encontrarlo, para que nadie te juzgara, para que nadie supiera en verdad la clase de mujer que eres. Tras guardarlo bajo mi jersey subiría a mi habitación sin que me vieras y lo guardaría debajo de mi almohada hasta que llegara el momento de usarlo.
Al rato, intranquila, me llamarías por toda la casa para ver donde estoy. Me encontrarías en mi habitación leyendo un poco del último libro que me compraste hace dos semanas. Lo terminé esa misma tarde pero sabía que no te gustaba que leyese tan rapido, siempre me decías que se me iba a cansar la vista de tanto leer, por eso, cada vez que preguntabas por él, lo abría en una pagina al azar, lo más próxima al principio, y hacía que leía pausadamente. Me mirarías con una sonrisa tranquila, pausada y pedirías perdón por molestar. Entonces yo dejaría el libro encima de la cama y correría a darte un abrazo, como todas las tardes a esa misma hora. Me prepararías un bocadillo y me dejarías la leche en el microondas para que me la calentara. Saldrías de casa con cualquier excusa, de esas que te daban tanto resultado, como aquella que me hacía tanta gracia, "Voy a ver a la vecina, que mañana tiene una boda y no sabe que ropa ponerse, debo aconsejarla", y cogías el coche y te alejabas. Nunca entendí como podía casarse la gente en miércoles.
Cuando volvieras estaría la mesa preparada. Tú traerías cualquier cosa en una bolsa y una excusa en los labios que empezara con un "Se me hizo tarde y..." yo ni siquiera escucharía como terminaba la frase para reengancharme cuando decías aquello de "Mañana no te preocupes que llegaré antes" ¿De verdad ignorabas que yo sabía perfectamente donde ibas? Encendería la tele y se acabaría nuestro diálogo. Sucesos, muertes y noticias pasarían a formar parte del pasado cuando se apagara aquel maldito aparato que hacía nuestras cenas tristes, silenciosas y lejanas.
Cuando llegara la hora de acostarse subirías a buscarme a mi habitación, abrirías la puerta y me desearías buenas noches. Entonces sería el momento oportuno para sacar aquello que había estado esperando durante toda la tarde. Te retendría con la excusa de que me apetecía que me leyeras un trozo de algún libro, que yo me sabría de memoria, y entonces sucedería. Pasaría mi mano suavemente por debajo de la almohada y sacaría cuidadosamente aquel cuchillo desenterrado del jardín. Entonces podría sentir tu respiración agitada y tus ojos casi salidos de sus órbitas, mirándome aterrorizados. Yo me acercaría a ti ya que el miedo al ver aquel cuchillo que ya apenas recordabas te tendría paralizada y me sería muy fácil atravesar con él tu delicado cuello, siempre untado con cremas que intentaban que no aparentara su verdadera forma. No podrías ni por asomo haberte imaginado que sería el mismo cuchillo con el que tú mataste a tu esposo, mi padre, el que acabara también con tu vida. Se acabarían las mentiras, se acabarían las habladurías de la gente, todo.

Pero no compré aquellas flores, las justas para simular una muerte por venganza amorosa, aquellas que lo hubiesen hecho todo más fácil. No. Tuve que simular un robo y una historia coherente que contarle al policía de turno cuando llegó a casa tras la llamada de una vecina dos días después tras ver que no había movimiento en la casa. Al llegar encontraría la casa totalmente revuelta, un cadáver en descomposición y un niño atado y amordazado a su cama, totalmente destrozado por haber presenciado la escena de un crimen. El arma jamás la encontrarían, como en el caso archivado años antes. Buscarían un asesino en serie que se habría cebado con aquella pobre familia, pero nunca lo encontrarían.

¿Qué fue de mí? Me realojaron en otra familia, todos se compadecieron de aquel pobre niño que se había quedado huérfano en tan solo cuestión de unos años.

martes, 19 de agosto de 2008

CuEnTaCuEnToS: Lo importante es participar...


"Lo importante es participar" todavía resonaban en su cabeza sus palabras mientras le veía alejarse con un trozo de su corazón en la mano que tiraría en la papelera más próxima.



Ella, en el suelo, intentaba recoger los pedazos sangrantes que aún intentaban latir inútilmente.

lunes, 18 de agosto de 2008

SuEñO 11

I dream i can fly
I dream i can dance
I dream i can see you
and suddenly i wake up

Sueño... despierta siempre

lo malo es que no sirve para nada

jueves, 31 de julio de 2008

CuEnTaCuEnToS: Íbamos caminando la muerte, tú y yo

Íbamos caminando la muerte, tú y yo.

Muerte - Hay que ver que aquí nunca hace frío ni calor
- Uf, pues menos mal porque sino estaríamos helados o sudando
Yo - Hay que ver Muerte que siempre te estás quejando
Muerte - ¿Quejando? ¿Yo?
Yo - Sí, tú, todo el día poniéndole quejas a todo, cuando tenías que estar agradecida por tener un sitio donde vivir
- Bueno, eso es discutible...
Yo - ¿Ahora te pones tiquismiqui tu? Pues si que...
Muerte - Bueno, bueno, tengamos el día en paz
Yo - Mira quien fue a hablar...
- Oye una curiosidad, ¿puedo preguntarte algo? ¿Los ángeles meáis?
Yo - Siempre con la misma preguntita oye
Muerte - Hombre pues mira esa si que es una buena pregunta, es que con eso de que no tenéis sexo definido...
Yo - ¡Dios mio lo que tengo que aguantar!
Dios - ¿Qué pasa por ahí?
- El que faltaba...
Muerte - Nada, nada, que el ángel no nos quiere contestar a una duda existencial que tenemos sobre...
Yo - Nada, nada, las dudas se mandan por correo y si eso ya las contestaré
Dios - ¿No deberíais de estar trabajando ya?
- Si, si, ya nos despedíamos, ¿ves lo que has conseguido?
Yo - ¿Te recuerdo quién preguntó?
- ¿Intentas poner mirada asesina? Porque la verdad es que no te sale
Yo - Claro que me sale pero como llevas unas gafas de culo de vaso no ves nada
- ¿Gafas de culo de vaso? No me calientes...
Yo - Uh... que miedo el Tiempo se calienta, el Tiempo se calienta, ¿lo has oído Muerte?
Muerte - Lo que yo creo es que deberíamos dejar la charla para otro día e ir a trabajar ya que luego el jefe se nos enfada y no quiero ni pensar lo que nos hará esta vez, así que yo me voy, que me espera una noche movidita, ya os cuento mañana cuantos han caído, ¡nos vemos!
- ¡Adiós, que tengas buena noche!
Yo - ¡Adiós y no te cargues a ninguno de los míos!
Muerte - Eso nunca lo sé, me llegan los envíos según los voy haciendo, pero lo intentaré
Yo - Bueno, yo voy a ir marchándome también que Mariela tiene que estar a punto de acostarse y tengo que vigilar sus sueños, nos vemos
- Vale, yo retraso el tiempo hasta que llegues para que no se duerma antes
Yo - Vale, gracias, que el otro día llegué y estaba ya dormida y se habían colado en la habitación diablillos de todos los colores y tuve que pasarme la mitad de la noche tirándolos por la ventana, menudo trabajo me dieron
- Seguro que hoy llegas bien, incluso con adelanto
Yo - Gracias, nos vemos

En la habitación de Mariela.

Mamá - Es tarde, tienes que dormir que mañana hay que madrugar
Mariela - Es que no estoy cansada mamá, de verdad, déjame quedarme un ratito más con vosotros
Mamá - Sabes que eso no puede ser, es tarde y tienes que acostarte
Mariela - Que rollo, yo no quiero dormir, yo quiero jugar
Mamá - Ya jugarás mañana, ahora hay que dormir
Mariela - Bueno, pero tienes que prometerme que mañana me llevarás al parque
Mamá - Ya veremos, ahora a dormir
Mariela - ¿Y si hay algún monstruo debajo de la cama o en el armario?
Mamá - Pues entonces tu Ángel de la Guarda te protegerá de ellos, venga, a dormir y soñar cosas bonitas
Mariela - Hasta mañana mamá
Mamá - Hasta mañana pequeña

En la misma habitación unas horas más tarde.

Yo - Hay que ver lo que le cuesta dormirse a esta criatura, todas las noches tengo que esmerarme en hacer el menos ruido posible espantando a los diablillos estos que se cuelan por todos lados para que no se entere, mira que carilla, tiene que ser de mala... ¿Qué ha sido ese ruido?
- ¡Ei! ¡que soy yo! ¿no me irás a tirar por la ventana no?
Yo - Pues mira ya la tenía abierta y todo, ¿qué haces tu aquí a estas horas?
- Pues me aburría bastante, ¿Cómo va la noche?
Yo - No me hables, no me hables que estoy hasta las narices de los diablillos estos que se cuelan por todos lados, no doy a basto a tirarlos por la ventana
- Si quieres te ayudo
Yo - Bueno, podías parar el tiempo cuando vea uno y así no tener que ir buscándolo luego por todos los escondrijos de la habitación
- ¡Vale! pero no puedo hacerlo mucho que luego el jefe me regaña, así que cuando veas a varios me lo dices y me paro ¿vale?
Yo - ¡De acuerdo! oye ¿que es ese ruido? ¿Muerte? ¿Qué haces tú aquí también? ¡Bienvenida al club de los aburridos!
Muerte - ¿Aburrida? ¿yo? ¿Pero de qué estáis hablando? ¿Qué hacéis vosotros aquí?
Yo - Pues a ver pues yo trabajando y este pues que se aburría y viene a ayudarme con los diablillos estos que no paran de salir por todos lados ¡Un día se me van a cruzar las alas y los voy a mandar a todos a tomar el viento fresco!
- Tranquila... que ya te ayudo, a ver, coge a todos esos que no se van a mover
Yo - Gracias, oye Muerte tú ya podías ayudarme a matarlos que yo los tengo que tirar por la ventana y al poco vuelven a entrar
Muerte - Yo... es que... verás... tengo que trabajar...
Yo - Pues ala, vete y trabaja que nosotros estamos atareados con los bichos estos, un día tengo que hablar con el jefe a ver si habla con el Diablo y le dice que no mande a tantos diablillos que me hacen la vida imposible, si es que tengo que pedir un aumento de sueldo, con todo lo que trabajo y ni un día libre a la semana y para colmo no tengo vacaciones tampoco ¿Vosotros creéis que esto es vida?
Muerte - Verás... es que he venido a trabajar aquí
Yo - ¿Aquí? pues poco trabajo vas a tener, la nena duerme desde hace rato asi que no vas a... Un momento... ¿A trabajar aquí?
Muerte - Sí...
Yo - ¿A la niña?...
Muerte - Sí...
Yo - ¿Pero qué ha podido hacer de malo este pobre angelito?
Muerte - Yo no decido...
- Quizá es que le llegó su hora, simplemente
Yo - ¿Pero como puedes decir eso, deslamado? ¿Y no se puede hacer nada?
Muerte - Me temo que no
Yo - ¿Tú no puedes parar el tiempo?
- Eso solo prolongaría su agonía, además no puedo para el tiempo eternamente...
Yo - No sirves para nada, ni siquiera para ayudar a los demás...
Muerte - No te lo tomes a mal Tiempo, que lo dice sin querer... Ángel debo hacerlo ya... Hay más personas esperando
Yo - ¡Esto es injusto!
- Eso es porque te has encariñado demasiado con esa cría, recuerdo que al último no le tenías el mismo cariño...
Yo - ¡Como para tenérselo! Era un asesino a sueldo que no tenía piedad por la vida de los demás, estaba deseando que viniera Muerte a llevárselo pero nunca venía, menos mal que me relevaron del cargo porque sino me hubiera llenado de rabia... ¿Cómo vas a matarla?
Muerte - ...
Yo - ¿Hola? ¿Contestas o qué?
Muerte - No seré yo quien la mate...

En el periódico la mañana siguiente

Titular: El asesino de la perla ataca de nuevo
Abstract: Hallada una niña muerta presuntamente asesinada mientras dormía. La policía encuentra una perla en la cavidad de uno de sus ojos. Nada se sabe del paradero de su asesino. La familia está a la espera de que se encuentre al culpable y se haga justicia.






miércoles, 16 de julio de 2008

CuEnTaCuEnToS: Un reloj de arena vacío...

Un reloj de arena vacío, unas llaves y una cazadora. Eso era lo único con lo que contaba aquella noche fría de Enero para descubrir cuál era su nexo de unión y poder responder a todas aquellas preguntas que se creaban en mi cabeza. Tras un buen rato de inspección del lugar y evidentemente sin mayores hallazgos que los ya mencionados, volví tras mis pasos para intentar juntar de nuevo las piezas. Rebusqué en los bolsillos de la chaqueta. Un pañuelo con una inicial grabada. Tiré de uno de los picos de aquel pañuelo para poder contemplarlo a la luz de aquella triste bombilla. Era exactamente igual a los pañuelos que usan los ancianos, blanco roto con una inicial bordada en color naranja. La chaqueta no parecía pertenecer a ningún anciano, más bien a algún apasionado del cuero y de las motos. Precisamente tenía un dibujo de una de esas grandes en la manga derecha. Ninguna otra señal.
En cuanto a las llaves poco que contar. Tres llaves, probablemente del portal, de la puerta principal y del buzón. Las típicas tres llaves que nunca faltan en un llavero, aunque precisamente estas llaves carecían de él. Solo estaban unidas por una argolla metálica, parecida a un anzuelo pero unido en ambos lados formando un ovalo en el que se engarzaban las llaves. El material era bastante duro por lo que servía bastante bien para el uso que se le había dado. En las llaves ninguna señal, ni siquiera el lugar de compra. Aquella noche parecía que las cosas no estaban dispuestas a unirse para darme una explicación coherente.
Continué con el reloj de arena vacío. Busqué las marcas de la arena que pudiera haber contenido en un pasado pero no existían. Revisé cada centímetro de aquel reloj para encontrar alguna fisura por el cual se hubiera derramado la arena. Ni que decir tiene que no la encontré. ¿Cuál sería la función de un reloj de arena vacío? A cualquier persona con un poco de sentido común le hubiese resultado cuanto menos extraño aquel reloj que no podía ejercer su función de reloj ya que no contenía ni un grano de arena en su interior. ¿Para qué podría servir un reloj que no marcara el tiempo? Miles de preguntas recorrían mi cabeza en aquellos momentos, una inicial, unas llaves, una cazadora y un objeto sin función. Tenía que estar pasando algo por alto y en eso tendría que estar la clave de todo aquel asunto y debía descubrir que era. Teléfono.

- ¿Si?
...
- No tio, hoy me viene fatal.
...
- ¿Qué regalo? ... ¿Chaqueta?... Con un dibujo de una moto en la manga derecha, si hombre, aquí la tengo pero el pañuelo que hay dentro...
...
- Una I de "Investigator"...
...
- Si claro claro que me gusta.... venga nos vemos otro día.
...
- Adiós

Estaba claro que aquella chaqueta estaba allí porque un gran amigo pretendía sorprenderme aquella noche. Objeto descartado para hilar las cosas, o quizá no. Veamos. Quizá todo aquello había sido una prueba para saber hasta dónde llegaría deduciendo, pues se iban a enterar. Repasemos las cosas. Andrés me regala una chaqueta motera con un pañuelo con un inicial gravada en honor a mi interés hacia la investigación, las llaves... Un momento. Decidido cogí las llaves y me dirigí a la puerta de entrada. Evidentemente no se correspondían con aquella cerradura. Debía encontrar entonces otro escenario, otra puerta que abriera esa llave. La pregunta que ahora debía responder era ¿dónde? Me senté en una silla vieja y apoyé mis codos en la mesa. Una única pregunta se apoderaba ahora de mi cabeza. Debía resolverla antes de poder seguir avanzando.
Mensaje. El pesado de Andrés otra vez. Ya le dije que hoy me venía mal quedar para pescar. ¿Pescar? ¿A estas horas? Cogí la chaqueta, las llaves y aquel reloj, por llamarlo de alguna manera, y salí corriendo dirección... encontrar a Andrés. De camino lo llamo para saber donde estaba. Aparco. En mitad de la nada podría decirse. Por fin consigo verle.

- ¿Te trajiste las llaves?- dice nada más verme.

Mi cara se convierte en un poema. ¿Cómo sabía él lo de las llaves? Es tarde así que decido dejar de pensar y dárselas, seguro que hay una explicación para todo. Me sonríe. Busca en una especie de mapa el número que llevaba repitiendo mentalmente. Le sigo. Llegamos a una especie entre casa, cortijo, chabola, casa del lago, casa del terror y un sinfín de adjetivos más.

- Abre tú.

Empiezo a sospechar que la casa está embrujada y que se comerá a la primera persona que atraviese sus puertas, en este caso yo. Intento reprocharle a Andrés su decisión pero por su cara me da a entender que entraré yo el primero con todas sus consecuencias. Mientras camino hacia la puerta me fijo en que la casa solo tiene ventanas en el primer piso, la madera esta casi carcomida por los años y el color verde del musgo que crece en el suelo se está apoderando poco a poco de mis zapatos. Los madera cruje a cada paso que doy que me acerca a la puerta. Llevo la llave en mis manos aunque se pierde entre el sudor de las mismas. Abro. Lo primero que veo tras averiguar que hasta aquella casa no llegaba la luz eléctrica por lo que doy gracias por llevar siempre encima el kit de emergencia de todo buen investigador, linterna incluida, es que hay por lo menos una tonelada de arena en mitad de la planta baja de aquella casa. Hay arena para llenar no uno, sino mil relojes de arena. ¿Relojes de arena? ¿Dónde estaría el reloj de arena que encontré vacío? Vaya desastre de investigador estaba hecho, primero confundía un regalo con una pista, después era mi amigo el que me llevaba hasta la casa que habrían las llaves, ahora me había dejado a saber donde la tercera pista. Me giro y evidentemente Andrés llevaba el reloj de arena vacío. Lo miro con cara de me estás ocultando algo cabrón. Me cede el reloj vacío sin contestar a mi cara. Vuelvo a mirar atentamente aquel reloj. No hay ninguna fisura por la que se pueda rellenar de arena, tampoco ningún pulsador secreto que hiciera se abriera una compuerta por la que pudiera entrar la arena. Me acerco a la tonelada de arena esparcida en el suelo. Toco la arena con intención de llevarme un solo grano, misión imposible cuando descubro que mi mano chorreaba sudor. Seguidamente intento deshacerme del sobrante de arena restregándome la mano en mi pantalón. Misión imposible. La arena parece pegada a mi mano con pegamento extra fuerte. Inconscientemente paso mi mano por la frente para quitarme el sudor que recorría mi sien dejando tras de sí un rastro de arena que hace que ahora sienta picores por toda mi frente. Me repito a mi mismo que no debo volver a tocar nada hasta que consiga quitarme la dichosa arena de la mano.
Recuerdo que la chaqueta venía con pañuelo. Intento no llenar nada más con la arena antes de encontrarlo y limpiarme la frente con él. Parece que funciona, más o menos, me limpio también la mano y aprovecho para secarme el sudor. Entre una cosa y la otra se desliza el reloj hasta el suelo, rompiéndose. Genial, lo que me faltaba, quedarme sin la última pista. Me agacho a recoger los pedazos cuando me doy cuenta que en verdad aquel reloj era desmontable y que solo así se podía rellenar con la arena que le faltaba, volviéndose a encajar y pareciendo que nada hubiese pasado. Relleno la mitad del reloj con arena y lo encajo. Lo giro. No funciona, no cae arena. Recuerdo que la arena se había pegado a mi mano por lo tanto no cae porque se ha pegado entre sí. Las cosas se podría decir que iban sobre ruedas.
Me giro para irme hacia la puerta pero me doy cuenta de que me he pegado al suelo. Las cosas mejoran por momentos. La arena se había deslizado y me había dejado sin libertad de movimientos. Llamo a Andrés para que me saque del apuro y descubro que se ha largado. Mi antes llamado amigo Andrés me había dejado en un buen lío desde luego. Intento moverme hacia alguna parte pero lo único que consigo es perder el equilibro y caer con el culo en el suelo por lo que la arena del suelo se pega a mi pantalón y en consecuencia me pego al suelo también. Mi ahora llamado amigo Murphy y sus leyes se estaban aprovechando de mi de una manera inhumana. Me muevo. ¿Me muevo? ¿Cómo voy a moverme si estoy pegado al suelo? Un terremoto. Me lo veía venir, nada podía ir mejor que un terremoto haciendo que la arena me fuese tapando poco a poco. Un momento. Si la arena me tapa llegará un momento en el que no pueda respirar y me ahogue. Gran deducción para aquellos momentos, sin duda, aunque ahora lo importante era salir de allí como fuese antes de que la arena se apoderara de mí.

- ¡Antonio! ¡Antonio! ¡Despierta hombre! ¡Que se ha terminado ya la clase!

- ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Andrés? - dije dando un respingo.

- Si hombre que te has quedado dormido en mitad de la clase de maquetación.

- ¿A sí? - pregunté algo incrédulo temiendo que aquella arena fuese alucinógena y lo que estuviese viendo fuera mi ultimo deseo antes de consumirme.

- Si, hoy hemos estudiado el proceso de rellenado de los relojes de arena, no te puedes ni imaginar como va eso.

- No lo dudes, algo de idea tengo - le dije haciendo un esfuerzo por mantener los ojos abiertos. Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y encontré las llaves de casa y un pañuelo, regalo de mi abuela la última navidad.

lunes, 14 de julio de 2008

CuEnTaCuEnToS: Una canción una historia....

"Querida Marta:

Nunca supe como empezar a escribir esta carta, en verdad tampoco sé porque lo estoy haciendo ahora, quizá porque mi corazón, este que se desnuda ante ti, este que se volvió loco desde que te fuiste, este pobre corazón que no deja de llamarte, que no deja de imaginarte, que no deja de esperarte, hoy me dijo que era el momento de hacerlo.

Nos conocimos apenas aquella tarde en la playa. Yo había capturado un pez, uno de aquellos que te gustaban tanto y que ya no consigo recordar su nombre. Te acercaste y al verlo tus ojos se iluminaron, nunca había visto unos ojos tan hermosos como los tuyos, tan grandes, tan perfectos. Me preguntaste que pensaba hacer con aquel pececillo. En principio mi intención era comerlo pero si te lo decía muy probablemente no volvería a verte, así que te dije que no tenía pensado nada en especial para aquel animalito. Lo cogiste suavemente entre tus manos, como si estuvieras acariciando una nube, y lo metiste en un cubo con agua fresca. En aquel momento hubese cambiado mi vida por la de aquel pez que estaba en tus manos, veía como el pobre animal se retorcía y yo le envidiaba porque había conseguido llamar tu atención, porque estaba entre tus manos, porque le estabas salvando la vida como yo quería que salvaras la mia. Me dijiste si podías llevartelo y no pude negarte nada.

Lo ultimo que recuerdo haberte dicho fue un pequeño adiós que casi no pudo oírse entre el ruido de las olas del mar. Desde aquel día no he podido olvidarte, no he podido dejar de pensar en ti ni un solo instante. ¿Sabes? A veces vuelvo a las orillas de aquella playa que nos unió y pienso en aquel pez, en como estará tranquilamente nadando en una cálida y hermosa pecera, como lo tratarás con mimo y cariño, como tus manos recorrerán su cuerpo escamado cuando lo acaricies. A veces, muchas veces, me encantaría ser yo el pez que nadara en tu pecera, aquel que tocaras con tus suaves manos, aquel que te observara bajo el agua, aquel que te demostrara cariño con cada aletazo.

Se que pensarás que estoy loco, y en verdad lo estoy, loco por ti, por volver a verte bajo la luz de la luna, por hacerte mía con cada beso, con cada mirada, con cada palabra. Nunca volvimos a coincidir, aunque yo no renuncio a que algún día volvamos a hacerlo, por eso no dejo nunca de venir a nuestra playa, para recordar tus ojos, aquellos ojos que me cautivaron nada más verte.

No se demasiado bien lo que pretendo con esta carta pero quizá necesitaba escribirla, para darme cuenta de que nunca volverás, de que nunca fui parte de tu vida y quizá tu solo fuiste un sueño, quizá las sirenas y los hombres estemos destinados a vivir separados eternamente.

Con todo mi cariño
Marcos"

Cogió el papel que estaba escrito, lo miró, lo enrolló y lo metió en una botella. Lo lanzó al mar lo más lejos que pudo y se sentó a esperar.


lunes, 30 de junio de 2008

CuEnTaCuEnToS: Ella tiene la piel del color de la tierra...

Ella tiene la piel del color de la tierra, cansada, harta, vuelve a casa después de un largo día de trabajo. Se sienta, le duelen los pies. En verdad lo que más le duele es el alma. Siente que no está haciendo las cosas bien, siente que le está fallando a mucha gente y lo peor es que siente que no puede dar más de si para que las cosas cambien y vuelvan otra vez a su cauce.

Respira. Quizá lo único bueno sea que todavía respira, eso y que está en casa, aunque esto último es bastante discutible si es bueno o no. Se descalza, esas chanclas la estaban matando. Tiene los pies ardiendo de lo mucho que ha caminado esa mañana. Lo malo es que no le ha servido de nada, como todo lo que hace últimamente, como todo lo que se propone, como todo lo que sueña. Sueños inalcanzables que se desvanecen como la niebla tras los primeros rayos de sol, propuestas que grita y sin saber muy bien como se las lleva el viento, lejos, donde ya nadie puede escucharlas, donde ya nadie se acuerda de ellas, donde ni ella misma recuerda si fueron pronunciadas por sus labios alguna vez.

Cierra los ojos y piensa. Las ideas viajan confusas de un lado hacia otro de su cabeza, tropezando unas con otras, vagando la mayoría en un mar de sentimientos. Intenta dejar la mente en blanco para que cese aquel molesto dolor de cabeza pero es inútil, como todo aquello que hace, como todo aquello que piensa. Rescata un pensamiento de aquel mar de dudas. Uno, al azar. De pronto se encuentra en una tarde de verano, sentada en un sofá. A su lado una gran amiga. En sus labios una frase 'Pase lo que pase siempre seremos amigas, nuestra amistad es más fuerte que cualquier otra cosa'. De todos los pensamientos tuvo que rescatar precisamente ese, aquel que más daño le hacía, quizá el que se le había quedado anclado como un barco viejo en aquel inmenso mar de sentimientos. Abrió los ojos para intentar borrar aquella imagen que aún seguía en su mente. Las cosas habían cambiado mucho desde aquella tarde de verano, e irremediablemente su amistad había quedado reducida a eso, recuerdos. Lo que más le dolía en el mundo era no poder coger el teléfono, como tantas otras veces lo había hecho y pasar un rato hablando con ella, contarle cosas, reír. Todavía podía sentir la sensación que le provocaba compartir aunque fueran unos minutos al teléfono con ella. Algo más de un año había pasado desde aquella tarde.

Un suspiro se escapó de sus labios. El dolor de cabeza seguía ahí, anclado como aquel barco viejo a el mar de sentimientos. El dolor de pies había disminuido pero el alma todavía le dolía.

lunes, 9 de junio de 2008

CuEnTaCuEnToS: La próxima vez que ponga la cinta descubrirá que a la mitad de la misma hay cinco minutos en blanco...

La próxima vez que ponga la cinta descubrirá que a la mitad de la misma hay cinco minutos en blanco. Lo primero que hará es extrañarse de que durante tanto tiempo no suene nada. Después rebobinará la cinta y subirá el volumen por si lo que estuviera grabado está demasiado bajo. Seguirá sin escuchar nada. Entonces cogerá la caja de la cinta para ver si en ella se dice que canción es la que falta, pero descubrirá que en ella no hay una lista de canciones, solo hay palabras sueltas que aparentemente no significan nada. Se sentará en el sofá confusa, pensativa, sin saber muy bien que hacer. Cerrará los ojos y suspirará. Al abrirlos descubrirá que tiene la caja de la cinta en la mano y que sigue sin escuchar nada. Clavará sus ojos en el radiocasete e intentará recordar el porqué, si es que lo tiene, de aquel silencio. Pasarán cinco minutos y tras ellos volverá a aparecer la música a todo volumen ya que se habrá olvidado bajarlo tras intentar ver si lo grabado estaba a un volumen demasiado bajo. Es estruendo la hará saltar del sofá a bajar la música. Parará la cinta. Rebobinará hasta dejarla en 6 minutos antes. Un minuto de música y nuevamente el silencio. Nuevamente una incógnita. Nuevamente mirará la caja, cerrará los ojos y dejará escapar un suspiro de sus labios. Estará segura de haber escuchado esa cinta miles de veces pero se sentirá incapaz de recordar el porqué de esos 5 minutos en blanco. Sentirá lo mismo que se siente cuando se piensa que se está obviando un detalle importante que es imposible de recordar pero que sin él parece no tener sentido nada de lo que esté sucediendo. Así será. No entenderá nada. Habrá olvidado, o quizá nunca supo, el porqué de aquel silencio. Será entonces cuando, sin saber tampoco como, suene el teléfono. Descolgará y se encontrará con que al otro lado hay una persona que dice conocerla pero que ella es incapaz de recordar quien es. Ella intentará convencerle o convencerse de que se ha equivocado de número. Entonces la otra persona le dirá que solo llamaba porque sabía que había olvidado el porqué de los cinco minutos en blanco de su cinta favorita. En ese momento ella notará una sensación de ahogo en su pecho, esa sensación que se siente cuando la vida está pasando por delante y ni siquiera eres capaz de sentirla. El teléfono caerá de sus manos como si fuera el más pesado de los objetos y sus manos meras hojas que se rompen al más mínimo doblez. Será entonces cuando lo recuerde. Cuando sus recuerdos vuelvan al presente, tan nítidos y tan vivos como antaño. Pero ya será demasiado tarde. Recordará que hizo un pacto, un pacto en el cual empeñaba su alma. Recordará que prometió no olvidar nunca y sabrá que lo había olvidado. Y en cuestión de segundos todo su cuerpo empezará a temblar. Su pelo se volverá canoso y sus manos arrugadas. Notará que le fallan las fuerzas, esas fuerzas que apenas seguían con ella. Sentirá en su pecho un fuego no comparable con nada que hubiera vivido hasta entonces y en aquel momento ocurrirá. Se cumplirá su castigo por faltar al pacto, por olvidar.

Cuando llegue la policía encontrarán un cuerpo arrugado y senil arrodillado en el suelo, sin signos de violencia, el teléfono descolgado aunque sin interlocutor al otro lado. Registrarán la casa aunque no encontrarán nada que les haga sospechar de que el crimen fue cometido por un robo, en verdad nada les hará sospechar que fuese un crimen. Alguien reparará en el radiocasete que permanecerá todavía encendido. Una cinta. Pobre vieja, escuchaba música, pensarán, nadie reparará en escuchar la cinta, aunque en verdad, si lo hicieran, descubrirían que es una cinta de música totalmente normal.


sábado, 7 de junio de 2008

CuEnTaCuEnToS: Quedan tres minutos y medio para ahogar el silencio...

Quedan tres minutos y medio para ahogar el silencio. Solo tres minutos y medio. ¿Solo? Vamos no nos engañemos. Tres minutos y medio es mucho tiempo. Y poco tiempo. Mucho tiempo comparado con el latido de un corazón. Al silencio le quedan 270 latidos a paso lento. Poco tiempo comparado con la historia del hombre. Al silencio le quedan 2,8 x 10 elevado a -14 instantes. En verdad poco importa. El silencio se ahoga.

Quedan algo más de tres minutos para ahogar el silencio. En algo más de tres minutos puedes decir 60 veces Te Quiero. Puedes dar más de 50 golpes a un cuerpo dolorido. Puedes golpear un alma millones de veces. Puedes ser feliz una o infinitas veces. Pero eso en este momento no es relevante. El silencio se ahoga.

Quedan algo más de dos minutos y medio para ahogar el silencio. Demasiado tiempo si escuchas una canción que no te gusta. Poco tiempo si te paras a mirar a través de tu ventana un día soleado. Poco tiempo si necesitas llegar a tiempo a cualquier sitio. Quizá demasiado si estás viendo como tu vida se va y no puedes hacer nada por retenerla junto a ti. Escucha. El silencio se ahoga.

Quedan algo más de dos minutos para ahogar el silencio. ¿Qué eran dos minutos cuando eras un niño? ¿El tiempo que se tardaba en correr detrás del balón en el centro del campo y meter un gol? ¿El tiempo que tardaban las agujas del reloj en dar las en punto para que sonara la campana y poder salir corriendo del colegio? A veces es mucho, a veces es poco. En este caso ya poco importa. El silencio se ahoga.

Un minuto y medio. El tiempo que tardan en descolgar el teléfono al otro lado. Tu anuncio favorito, ese que esperas ver durante todo el día y después parece un suspiro. En un minuto y medio puedes decir 30 veces lo siento, 22 veces felicidades y desde 90 a 1 vez la palabra gol, dependiendo de como de larga hagas la O. Demasiado a menudo las palabras son superfluas. Ahora también. El silencio se ahoga.

Apenas queda un minuto para ahogar el silencio. 20 suspiros, 15 bostezos y con suerte un abrazo de los buenos. Una lectura apasionante que te ponga los pelos de punta o un simple vistazo al crucigrama del periódico. Todo tiempo es relativo. Como este relato. Podrá ser entendido mejor o peor, podrá llegar más o menos hondo dentro de ti, pero será eso, aproximadamente tres minutos y medio... de mi vida y de la tuya.

(Silencio...)


domingo, 27 de abril de 2008

CuEnTaCuEnToS: La ultima vez que se vieron eran todavía adolescentes...

La ultima vez que se vieron eran todavía adolescentes. Él iba muy bien arreglado, muy bien peinado, siempre con esa soberbia que le caracterizaba y a la vez esa elegancia que le hacía ser como era, irresistible, con esa mirada que hacía que el corazón se te acelerara por completo y se parara en un semi paro cardíaco cuando sus ojos se posaban en los tuyos con tal delicadeza que no podías más que sentirte especialmente feliz porque por un momento habías sido agraciada con una mirada suya. Tenía a todas las del barrio igual, ¿a todas? bueno, en realidad a todas no.

Ella siempre tenía una sonrisa en la boca y una palabra amable para todo aquel que la necesitara, siempre dispuesta a ayudar a todo el mundo fuera cual fuera su condición. Tenía unos ojos grandes que todo lo veían y que todo lo sospechaban. Quizá fuese por eso que nunca le hizo caso a ese que iba por ahí de sabelotodo, con esa mirada esquiva, sintiéndose el mejor del barrio porque todas caían ante sus pies.

Mucho tiempo había pasado ya, tanto que sus aspectos eran totalmente distintos a cuando se vieron la última vez aunque había cosas que no cambiaban, la soberbia de él y la cálida sonrisa de ella.

- Hola - dijo él
- Hola - dijo ella

Ella sabía que sus intenciones no habían cambiado con los años ni las circunstancias, él sabía que nunca podría conseguir que ella cayese a sus pies por mucho que el tiempo hubiese pasado, aunque no se resistía a intentarlo aunque con ello se llevara una buena regañina.

- El paso del tiempo no hace mella en usted - comenzó diciéndole, para no parecer demasiado descortés.
- Y parece que en usted tampoco ya que sigue igual de altivo que siempre.

Bueno, se puede decir que no había empezado demasiado bien, pero no se desanimó y decidió seguir intentándolo ¿qué más podría ya perder?

- En cambio usted conserva intacta su belleza, con esos hermosos ojos que le hacen a uno perder la compostura y en cambio hace aparecer la vergüenza.
- ¿Vergüenza? ¿y me puede usted decir desde cuando a tenido de eso?

Estaba visto que no tenía nada que hacer, lo recordaba demasiado bien y en esas condiciones jugaba en desventaja.

- ¿Cómo le ha ido en todo este tiempo? No he tenido noticias de usted desde que se marchó del barrio.
- No las ha tenido porque tampoco le han interesado. Me mudé bastante lejos, en verdad demasiado lejos. - una leve sombra de tristeza apareció en su rostro - Pero allí conocí a mucha gente que me hizo sentir como en casa y me acogieron con los brazos abiertos.
- ¿Y no nos echó de menos?
- ¿A usted? - preguntó levantando una ceja - Veo que no me equivocaba al afirmar que no ha cambiado en nada.

Casi sin quererlo ambos se echaron a reír. En verdad había pasado mucho tiempo, y en verdad ninguno de los dos había cambiado, ¿pero que se podía esperar? ¿acaso el tiempo hace que las cosas cambien?

miércoles, 9 de abril de 2008

CuEnTaCuEnToS

Tiempo, teteras y recuerdos

Al final, se rompió la tetera, ya sabes, la que había en la casa del monte que siempre visitábamos cuando estábamos en el pueblo, pues esa, al final acabó rompiéndose, pero no de las cientos de veces que la rozábamos cuando estábamos jugando en la casa, no de las otras tantas veces que la mirábamos con odio porque siempre estaba en medio, estorbando, no, se rompió porque el viento la hizo caer al suelo, un viento que soplaba muy fuerte aquel día, un viento que consiguió romper la ventana que durante tanto tiempo había estado cerrada para que nada pudiese molestar en aquella casa, nuestra casa de travesuras, un viento que como un vendaval se coló entre aquellas paredes y empezó a destrozar todo lo que se encontraba a su paso empezando por las delicadas cortinas que revestían aquella ventana, que la hacían única, siguió su rumbo hacia la gran mesa que presidía la sala central y derrumbó sus sillas frágiles por el paso de los años y por el paso de ciertos molestos habitantes que habían comido sus entrañas dejando un camino marcado de serrín a su paso, tras las sillas perecieron también los débiles candelabros, y como no, la tetera, ella que siempre conseguía sobrevivir a nuestras locuras, ella que siempre estaba ahí para recordarnos que el tiempo pasa pero hay cosas que sobreviven a su paso.
Al final ella no pudo sobrevivir más tiempo y sucumbió al viento, ese viento que soplaba con fuerza aquella tarde, ese viento que entró sin ser llamado, ese viento que lo destrozó todo a su paso. Días más tarde fui a la casa para ver como había quedado y vi la tetera rota en el suelo. En un principio me alegré de que por fin algo hubiese podido acabar con ella, pero luego una sombra de tristeza apareció en mi rostro, quizá en el fondo no deseara que se rompiera, fueron tantos los momentos que ambas compartimos con aquella tetera que en el fondo significaba demasiado para mi como para que no me apenara verla allí rota. Me acerqué despreocupándome de todo lo demás que andaba revuelto. Al hacerlo noté que había algo que rodeaba a aquella tetera, me pregunté si podía ser posible que contuviera algo después de tanto tiempo. En verdad nosotras nunca nos fijamos si contenía algo o no, solo jugábamos, solo compartíamos las tardes, solo veíamos la vida pasar. Me agaché para comprobar que era aquello que contenía. Sinceramente no esperaba encontrar gran cosa ¿qué se podía esperar encontrar dentro de una tetera en una casa abandonada? ¿algo de té con pastas? Evidentemente no erré mucho en mi suposición. Un polvo más o menos brillante acompañaba en el suelo a los trozos que quedaban de la tetera.
Recogí mis cosas no sin antes echar un último vistazo a esa casa que tantas cosas buenas nos había deparado, tantos misterios, tantas tardes de juego, tantas confesiones entre sus paredes, tantos momentos inolvidables vividos gracias a ella. El viento había desaparecido cuando salí de la casa, me recordó una vez más a aquellas tardes que pasábamos juntas, a esos días de verano, a los abrazos, al sabor de los helados. Quizá hayas querido recordarme con esto que tu siempre ganabas, que eras como ese viento que sopla embravecido, ese mismo viento que rompió la tetera, que lo arrasó todo a su paso, quizá hayas querido hacerme ver que yo era como esa ventana, que cedió al paso del viento aunque quiso resistir con todas sus fuerzas, así era yo, siempre cedía ante tus cosas. Esta vez cedí, rompiste la ventana, entraste y arrasaste todo aquello que se cruzó en tu camino, como hacías siempre, hasta que la que se cruzó en tu camino fue la muerte. Quisiste arrasar también con ella pero en este caso fue ella la que arrasó contigo. Hoy quizá te recuerde con más fuerza que nunca, porque el viento rompió la tetera, porque volví por primera vez sin ti a la casa del monte, porque hoy me pregunto donde estás y si no habrás sido tú la que con tu fuerza rompiste aquella tetera que se cruzó en tu camino y se te resistió. Como siempre yo no pude impedírtelo. Pero,¿ sabes? te echo de menos. No lo supe hasta que vi aquella tetera en el suelo, rota en mil pedazos, no lo supe hasta que me acerqué y vi que contenía algo, no lo supe hasta que recordé una tarde de verano que juramos ser amigas para siempre, cogimos unas flores en el campo, cogimos un trozo de tela de cada uno de los vestidos que llevábamos en ese momento e hicimos un pacto de amistad. Como no teníamos donde guardar las cosas decidimos ponerlas en la tetera, que en tantas aventuras nos había acompañado.Allí estaban sus restos y los restos de nuestro pacto.

domingo, 10 de febrero de 2008

CuEnTaCuEnToS... de todo un poco ;)

- Todo sucedió en un minuto, de repente me di cuenta de que me había tragado una canción.
- ¿Pero como va a ser eso?
- Te lo juro, es que no me di ni cuenta, estaba cantando y de repente me la había tragado y me estaba ahogando.
- ¿Cómo que te estabas ahogando?
- A ver, claro, que la canción era tan grande que se me había quedado en la garganta y no iba ni hacia arriba ni hacia abajo, que me estaba ahogando, que no podía respirar. Notaba como me apretaba, como me asfixiaba.
- ¿Y nadie te ayudaba?
- ¡Qué va! si es que cuando estaba cantando había un montón de gente, pero fue tragarme la canción y desaparecieron todos.
- ¿Cómo que desaparecieron?
- Pues que de repente ya no estaban.
- ¿Pero dónde se fueron?
- ¡Y yo que se!
- A lo mejor estaba ahí pero tú no los veías.
- Pero vamos a ver, ¡que no estaban! ¿me estás escuchando? que de repente ya no había nadie, nadie, estaba la habitación vacía, vacía, ¿entiendes? sin gente, solo yo y la canción atragantándoseme.
- Que sí, que sí, ya lo entiendo, tranquila no te sulfures.
- Si es que no me escuchas, no se para que te lo cuento.
- A ver, pues porque somos amigas, sabes que soy muy lenta en entender las cosas, pero que luego siempre intento ayudarte. A ver, ¿qué pasó después?
- ¡Qué me estaba ahogando!
- Sí, eso ya me lo has contado, me refiero a que pasó después de que se te atragantara la canción y de que desapareciera la gente.
- ¡Ah! pues se truncó la noche en áspera y feliz, en oscura y con destellos, yo creo que por las farolas...
- ¿Cómo? ¿Perdona? ¿Pero no te habías tragado una canción y te estabas ahogando?
- Si, claro, y me estaba ahogando, pero ahora era de noche.
- ¿Pero no estabas en una habitación?
- Sí, sí, pero de repente era de noche.
- Y en mitad de la calle porque si había farolas es que estás en mitad de la calle ¿no?
- Pues digo yo pero no se veía calle, a ver, que yo supongo que estaba en la calle por las farolas pero que en verdad yo no veía coches ni nada.
- ¿Pero como ibas a ver algo si te estabas ahogando? Porque te seguías ahogando ¿no
- Sí, me seguía ahogando... ¿o ya no me ahogaba?....
- ¿Cómo que ya no te ahogabas? Luego dices que la que se lía soy yo...
- Es que no me acuerdo de ese detalle...
- ¿Cómo que detalle? hombre, yo diría que ahogarte no es un detalle...
- ¿Sabes que te odio mucho no?
- ¿Sabes que eres una creída no?
- ¿Sabes que estas loca?
- ¡Mira tu quién fue hablar de loca!
- ¿Loca yo?
- Hombre, la verdad, soñar que te tragas una canción y que encima te ahogas con ella... muy normal no es desde luego.
- Claro, ahora me dirás que tu no tienes sueños raros, como aquella vez que te empeñaste en decir que habías soñado con que te hablaban las morcillas que mamá tenía colgadas en la cocina, ¡me dirás tú que es más raro!
- ¡Pero serás mala gente!

Y las dos hermanas tumbadas en el sofá siguieron compartiendo risas toda la tarde, hacía tiempo que las dos esperaban ese momento de confesiones, últimamente ninguna de las dos había tenido demasiado tiempo para nada, se merecían ese descanso. Se merecían una tarde para ellas, por eso y quizá solo por eso, porque la vida es un ir y venir de situaciones que se reflejan en los sueños, que hacen que todo lo real se vuelva superfluo a veces y todo se vuelva menos importante de lo que es. Por eso la felicidad envuelve cada amanecer cuando sabes que podrás compartir una guerra de almohadas al levantarte.

SuEñO 10

Quizá mis sueños hoy se vuelvan de colores, quizá hoy mis sueños tengan sabores, puede ser que todo dependa de la fiebre pero también puede ser que mi mundo haya cambiado y la percepción de los colores y sabores también lo haya hecho.


Quizá las nubes se vayan para dejarme ver otra vez el sol...

sábado, 19 de enero de 2008

SuEñO 09

Hoy mis SuEñOs se visten de realidad, esa realidad que nos envuelve y nos hace soñar, esa realidad que hace cada día diferente al anterior, esa realidad que es mía, que solo yo puedo modular, esa realidad que se pierde en un ayer y se espera en un mañana.

Hoy me desperté en esa realidad, abrí los ojos y allí estaba, nadie la había llamado pero estaba ante mí. No recuerdo muy bien lo que dije, solo recuerdo que suspiré y cerré los ojos, ella se me acercó sin articular palabra, quizá tampoco hacían falta, la felicidad no llama a tu puerta, simplemente un día despiertas y esta ahí. Quizá ni siquiera tuve tiempo de pensar, o tal vez fue porque llevo demasiado tiempo pensando, simplemente ocurrió, como ocurren los amaneceres, como ocurren los momentos, como ocurren las verdades, como ocurren todas aquellas cosas que marcan tu vida.

Y sigo aquí perdida en esta realidad que me envuelve, sin saber muy bien como llegué hasta ella, sin pararme a pensar cuanto tiempo tardará en cambiar mi realidad, quizá mañana cuando despierte haya cambiado, pero por una vez esperaré que las cosas no cambien y si tienen que hacerlo que lo hagan, yo seguiré en mi realidad, ajena a los cambios, ajena al paso inevitable del tiempo, porque aunque él no lo sepa, yo domino al tiempo, solo yo puedo controlarlo, solo yo puedo hacer que cada segundo que pasa sea el más inolvidable de mi vida.

Me gusta mi realidad y la felicidad que la envuelve.

jueves, 10 de enero de 2008

¿Por qué?

¿Por qué es todo tan complicado?
¿Por qué cuando mejor te va es cuando la vida se empeña en hacer que todo lo bueno desaparezca y vuelva a ti todos esos recuerdos que ya creíste olvidados?
¿Por qué la vida se lleva el tiempo sin que lo aproveches como te gustaría?
¿Por qué seguir adelante con aquello que realmente no amas?
¿Por qué existen las dudas? ¿acaso no es bastante con el dolor?
¿Por qué estabas ahí desde siempre y nunca lo supe?
¿Por qué duele el silencio?
¿Por qué la verdad esconde lo que nadie se atreve a decir?
¿Por qué no puedo dejar de ser así y empezar a ser yo misma?
¿Por qué antes de actuar debo pensar?
¿Por qué?

Quizá no haya respuestas a mis porqués, pero por lo menos sé que sigo aquí

domingo, 6 de enero de 2008

SuEñO 08


FELIZ AÑO NUEVO 2008!!!!

Este año también quiero soñar,
soñaré que no despierto
soñaré que nada es cierto

Quiero soñar cosas bonitas
quiero que tu estés en mis sueños
despertar y sentirte dentro

Abrir los ojos y seguir soñando
quiero soñar despierta
soñar un sueño sin final

Pero quiero soñar contigo
sino es así dejaré de soñar
prefiero morir a despertar sin ti

Que este año se cumplan todos vuestros sueños aunque también tenéis que poner de vuestra parte para que se cumplan ;) yo pondré todo lo que pueda y más para que este año sea inolvidable, tanto para mi como para aquellas personas que comparten mi vida, intentaré ser como yo soy, no prometo nada más :P

¡Felicidad, salud y suerte para todo el mundo!

Foto: tuya, con tu frase ;D see you, you know,
as soon as possible