domingo, 24 de junio de 2007

CuEnTaCuEnToS: Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera...

Segunda parte: viene de La habitación del deseo...


Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera. Siempre tan elegante, tan erguida. Se enfurecía si por casualidad alguna rama agitada por el viento se osaba a retarla en duelo. Siempre fue una niña de mucho carácter. Quizá por eso no se relacionaba demasiado con los demás niños, era algo solitaria.
Mi relación con su madre tan solo era esporádica. No nos soportábamos, para que negarlo, pero siempre sabía donde buscarme, y me encontraba, vaya que si lo hacía. Ella era hermosa, tan hermosa como los amaneceres, como los arco iris, como las flores recién abiertas. Y así era, como una flor abierta no hacía mucho, que para divertirse solo le hacían falta una botella y compañía masculina. Pasado el tiempo se casó, pero no conmigo, no nos soportábamos aunque no por ello dejamos de vernos. Sabía donde encontrarme y me encontraba. Su marido era un santo. Lo aguantaba todo, aunque no era tonto y sabía demasiado. Una noche tras una discusión vino a buscarme. La desnudé lentamente, sus ojos me pedían a gritos que lo hiciera. Sus manos rozaban deseosas mi cuerpo, sus labios ardían sobre los míos. El roce de nuestros cuerpos desnudos era pura pasión desbocada.
Nueve meses después nació ella. Tan dulce y delicada que parecía de porcelana. Su marido estaba muy feliz pero no era tonto, sabía demasiado. Yo no era tan responsable como para hacerme cargo de una niña, tampoco quería era un estorbo. Y así fue en la relación con su madre. Nos fuimos distanciando, apenas me buscaba y yo fui tomando caminos diferentes. Paseaba de vez en cuando cerca de su casa o en el parque donde solía jugar para verla crecer. Le encantaba recoger panaderos y después soplarlos y ver como sus semillas volaban por el aire.

- Mamá, mamá, mira tengo otro.
- Pide un deseo y sopla.
- ¿Solo uno? ¿Por que solo uno? Yo quiero muchos.
- Solo puedes pedir uno vida mía, si no no se cumplirá ninguno.
- Pues yo de mayor quiero poder pedir muchos deseos, construiré una habitación donde poder entrar cada vez que desee algo, así podré pedir más de un deseo a la vez.

Decidí desaparecer de su vida, bueno, la verdad es que nunca formé parte de ella, y tomar caminos diferentes. Monté mi propia taberna, donde podía sacarme unos cuantos billetes para sobrevivir. Pasado el tiempo me enteré que su madre había enfermado repentinamente. Desconozco realmente lo que pasó con su marido. Las malas lenguas dicen que murió envenenado por su hija pero nunca lo he sabido a ciencia cierta. No volví a tener noticias hasta que un día los borrachos que frecuentaban mi taberna hablaban de una Habitación del deseo. Inconscientemente me recordó a las tardes en el parque soplando panaderos y pidiendo deseos. Por esta razón decidí comprobar por mi mismo si se trataba de quien yo creía.
Y así era, no cabía ninguna duda, era toda una mujer, había cambiado mucho desde que la vi por ultima vez pero era ella.La situación me sobrepasaba, allí estaba ella delante de mis ojos. Me temblaban las piernas solo de mirarla, y si, era mi hija. Sus ojos no reflejaban ningún sentimiento, seguían siendo tan opacos como los había visto antes, sin vida, sin ilusiones, sin deseos.

- Váyase, esta acabando con mi paciencia
- Por favor, un momento, créeme...
- No va a conseguir nada gratis si es lo que espera.
- No... yo...
- He escuchado esa historia miles de veces, todos tenían la misma historia, pero creame ninguno consiguió nada.

Ya había avanzado hasta la puerta, su espalda. Hasta entonces no la había visto. Recta como un árbol, pero de curvas suaves en su final. Su forma de andar hacía que se estremeciera cada músculo de mi cuerpo. Parecía como si flotara por encima de los tablones de madera que recubrían el suelo. En la pared de la habitación se veía reflejada la silueta que dibujaba su cuerpo a través de la luz de la luna que entraba por la ventana. Esa figura esbelta y frágil que reptaba por la pared a medida que avanzaban sus pasos. Siluetas deformadas que hacían que mis deseos hacia ella aumentaran aún más.Se giró y me miró fijamente. Sus pupilas penetraron en las mías arrasando con la poca cordura que me quedaba.

- Espera, no abras - dije casi sin respiración - solo estaba bromeando, tengo dinero...
- Quiero verlo.

Mi mente pensaba todo lo rápido que la situación me permitía. Tendría que convencerla de que tenía un dinero que no poseía. Su mirada impasible me martirizaba, notaba el sudor recorriendo mi frente. Desplacé mi mano hacia el bolsillo del pantalón para sacar la cartera. La había rellenado con papeles por lo que pudiera pasar, sabía que ella era lista pero tenía que intentarlo. Se la mostré y noté que su rostro palideció de repente, su mirada se inquietó por un momento, sus ojos brillaron tímidamente. Una sonrisa asomó disimuladamente a mis labios.


lunes, 18 de junio de 2007

CuEnTaCuEnToS: La habitación del deseo...

"La habitación del deseo" así la llamaban. Y allí estaba quieta ante mi. Había oído hablar mucho de ella, pero nunca pensé que aquellos comentarios fuesen ciertos. A simple vista era una mujer sencilla. No hubiera dado mucho por ella de no ser por las referencias que tenía. El pelo le llegaba a la cintura, lo cual era un aliciente para un hombre ya canoso como yo. Sus ojos brillaban con una luz tenue que se había vuelto opaca ante la mirada de la gente. Por aquellos ojos no pasaba ni vida, ni pensamientos ni recuerdos. Llegué a dudar de si realmente podía ver a través de ellos. Su nariz no era demasiado corriente, algo más puntiaguda de lo normal y un poco respingona. Aquel que solo se hubiese parado ahí nunca habría pagado por sus servicios. Bajé la mirada para contemplar su imponente cuerpo. Sus pechos caían tan suavemente que era imposible no imaginársela desnuda, querer tocar su piel, devorarla con la mirada. Sus caderas eran sinuosas curvas donde perderse y sus piernas largas, casi interminables, recordaban a las tardes de invierno más solitarias.

Había recorrido un largo camino hasta llegar hasta ella. No era mujer de un sitio fijo, iba donde la reclamaran, previo pago obviamente. Las primeras noticias de su paradero me llegaron de boca de los caminantes que pasaban por la cantina que tenía en propiedad. Aquellos sucios y malolientes borrachos que solo sabían vomitar palabras. No se cansaban de contar las maravillas de aquella habitación del deseo, donde todo lo que pudieras llegar a imaginar se hacía realidad, bueno, todo lo que te pudieras pagar. Tal era la magnitud de aquellas palabras que relataban que con un poco de esfuerzo, conseguí ahorrar lo suficiente para el viaje y con suerte podría llegar a verla. Nunca hubiera podido imaginarme a solas con aquella mujer, frente a frente, deleitándome con tan solo ver su cuerpo vestido.
- ¿Qué quiere?
La pregunta me dejó un poco atontado, la verdad es que no me la esperaba. Escuchar su voz fue aún más agradable de lo que había sido hasta ahora contemplarla. Un gatito correteó juguetón entre sus piernas. Por un instante sentí envidia de aquel felino que ronroneaba a sus pies, podía sentirla cerca, más cerca que yo. Lo miré con odio, deseando que se fuera. Me gruñó con cara de pocos amigos y se tumbó en una esquina de la habitación, como si estuviera acostumbrado a aquella situación, como si estuviera esperando a que se desencadenara una nueva y apasionada historia de dos.
- Pues... esto... yo quería...
- ¿Tiene dinero para pagarlo?
Su mirada se clavó en la mía. No le importaba lo más mínimo lo que yo quisiera pero si que tuviera el dinero para pagarle. Aquella voz casi me dejaba sin aliento, me agitaba la respiración.
- No, no tengo dinero, gasté todo lo que tenía en el viaje.
- ¿Entonces que hace aquí? Ya tiene más de lo que puede pagar, váyase y no me haga perder el tiempo.
- Solo le pido unos minutos, tengo que contarle algo.
- No tengo tiempo para fantochadas, así que si puede hacer el favor, le rogaría que se fuera.
- Yo soy tu padre.





... to be continued...

457 días = 15 meses

Toda mi vida he esperado
encontrar el amor verdadero
queriendo buscarlo donde no estaba
uniendo esperanzas con esfuerzo
imaginando una vida que no tenía
encontrando vacíos en los puertos,
rompiste la realidad con tu llegada
olvidando el pasado
viviendo el presente
inundaste mi vida de felicidad
dándome una razón para respirar
abrazando mis amaneceres
mostrándome un camino en común
imaginando un futuro juntos
amor, pasión y querer.


domingo, 17 de junio de 2007

Made in Ninivé


¡¡Muchas gracias wapo!! mmmmmmmmmmmmuak!

lunes, 11 de junio de 2007

Hay trenes que solo pasan una vez y si los pierdes no hay segunda oportunidad


sábado, 9 de junio de 2007

Para Ti


¿Te puedo contar una cuento?
Este cuento trata de que un día la luna se sintió sola, tan sola que ni siquiera los millones de estrellas que la rodeaban la hacían sentir acompañada. Las estrellas no sabían que le pasaba a la luna, querían ayudarla, que volviera a brillar como antes, que volviera a hacerles las noches más cortas, que volviera a ser la reina del cielo, pero nada alegraba a la pobre luna.
Una día una estrellita muy dicharachera fue a hablar con la luna, quería saber que le pasaba. Se acercó a ella y le dijo que su mamá le había dicho que la luna estaba triste pero que ella no se lo creía y por eso había ido a hablar con ella, para demostrarle a su mamá que la luna no estaba triste. La luna esbozó una sonrisa que desapareció un un instante. La estrellita comprendió que era verdad lo que tanto temía. Se sentó en su regazo y le preguntó:

- ¿Qué te pasa luna? ¿Acaso estás triste?- la luna solo entrecerró los ojos - ¿Pero porqué estas triste? ¿Por qué ya no juegas con nosotras? ¿Te has enfadado?
- No chiquitina, es que me siento sola.
- ¿Sola?
- Sí, vosotras estáis siempre muy juntas, pero yo no tengo a nadie que sea como yo.
- Bueno, eso no es del todo cierto. Mi mamá me ha dicho que por las mañanas cuando tu te vas a dormir se asoma otro como tú, pero nunca te habla. Siempre viene un poquito antes de que te vayas pero solo te observa.
- ¿Y por qué no viene antes?
- Porque es muy tímido. Tú nunca le haces caso pero cuando ya te has ido del todo se acerca a nosotras y nos cuenta cosas. Nos ha contado que le encantaría conocerte pero que le pareces tan especial que no quiere molestarte.

La luna a partir de esa noche, supo que había alguien a quien le importaba, y ya no se sintió sola nunca más. Todas las mañanas antes de irse a dormir mira de reojo a su admirador, y con una sonrisa se va. Las estrellas son las encargadas de llevar los mensajes que se mandan. Mensajes que solo ellos entienden, sabiendo en el fondo que su amor es imposible, el Sol y la Luna unidos por las estrellas, tan unidos que no pueden vivir el uno sin el otro, tan unidos que se complementan, que saben que el otro está a su lado aunque no lo vean. Porque ellos no han conseguido verse, solo intuirse, porque la magia no se ve, pero se siente.

:)

viernes, 1 de junio de 2007

SuEñO 06

Un último esfuerzo por alcanzar la cumbre
la fatiga, el agotamiento, el amanecer,
todo parece ponerse en contra del presente,
el mismo presente ya no lo es, ya es pasado,
escribiendo estas lineas consumo lo poco de
vida que brota de mis dedos, de mis manos.
Amanece, ya es de día, un nuevo día lejano,
un día de encuentros, un día de malos ratos,
un nuevo día que gastar en un cuerpo ya cansado,
un nuevo día para encontrarte y perderte,
para saber que todo pasa y todo vuelve,
para que no me olvides nunca aunque
ni siquiera me recuerdes.