domingo, 27 de abril de 2008

CuEnTaCuEnToS: La ultima vez que se vieron eran todavía adolescentes...

La ultima vez que se vieron eran todavía adolescentes. Él iba muy bien arreglado, muy bien peinado, siempre con esa soberbia que le caracterizaba y a la vez esa elegancia que le hacía ser como era, irresistible, con esa mirada que hacía que el corazón se te acelerara por completo y se parara en un semi paro cardíaco cuando sus ojos se posaban en los tuyos con tal delicadeza que no podías más que sentirte especialmente feliz porque por un momento habías sido agraciada con una mirada suya. Tenía a todas las del barrio igual, ¿a todas? bueno, en realidad a todas no.

Ella siempre tenía una sonrisa en la boca y una palabra amable para todo aquel que la necesitara, siempre dispuesta a ayudar a todo el mundo fuera cual fuera su condición. Tenía unos ojos grandes que todo lo veían y que todo lo sospechaban. Quizá fuese por eso que nunca le hizo caso a ese que iba por ahí de sabelotodo, con esa mirada esquiva, sintiéndose el mejor del barrio porque todas caían ante sus pies.

Mucho tiempo había pasado ya, tanto que sus aspectos eran totalmente distintos a cuando se vieron la última vez aunque había cosas que no cambiaban, la soberbia de él y la cálida sonrisa de ella.

- Hola - dijo él
- Hola - dijo ella

Ella sabía que sus intenciones no habían cambiado con los años ni las circunstancias, él sabía que nunca podría conseguir que ella cayese a sus pies por mucho que el tiempo hubiese pasado, aunque no se resistía a intentarlo aunque con ello se llevara una buena regañina.

- El paso del tiempo no hace mella en usted - comenzó diciéndole, para no parecer demasiado descortés.
- Y parece que en usted tampoco ya que sigue igual de altivo que siempre.

Bueno, se puede decir que no había empezado demasiado bien, pero no se desanimó y decidió seguir intentándolo ¿qué más podría ya perder?

- En cambio usted conserva intacta su belleza, con esos hermosos ojos que le hacen a uno perder la compostura y en cambio hace aparecer la vergüenza.
- ¿Vergüenza? ¿y me puede usted decir desde cuando a tenido de eso?

Estaba visto que no tenía nada que hacer, lo recordaba demasiado bien y en esas condiciones jugaba en desventaja.

- ¿Cómo le ha ido en todo este tiempo? No he tenido noticias de usted desde que se marchó del barrio.
- No las ha tenido porque tampoco le han interesado. Me mudé bastante lejos, en verdad demasiado lejos. - una leve sombra de tristeza apareció en su rostro - Pero allí conocí a mucha gente que me hizo sentir como en casa y me acogieron con los brazos abiertos.
- ¿Y no nos echó de menos?
- ¿A usted? - preguntó levantando una ceja - Veo que no me equivocaba al afirmar que no ha cambiado en nada.

Casi sin quererlo ambos se echaron a reír. En verdad había pasado mucho tiempo, y en verdad ninguno de los dos había cambiado, ¿pero que se podía esperar? ¿acaso el tiempo hace que las cosas cambien?

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