sábado, 6 de septiembre de 2008

CuEnTaCuEnToS: Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores...

Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores de esas que sé que te dan alergia. De esas que hacen que se te pongan los ojos rojos rojos, y que seguidamente no pares de estornudar hasta que yo te traiga un poco de antihistaminico y vuelvas a ser tú. Entonces me mirarías con cara de pocos amigos y me retarías a que te dijera el porqué de aquella jugada ya que sé perfectamente la reacción que te producen esas flores. Entonces yo me inventaría cualquier excusa y te diría, por ejemplo, que hacía mucho que no te compraba flores y por lo tanto había olvidado aquellas que te daban alergia. Tú me perdonarías con un suave beso en la mejilla, como siempre haces, y me dirías que no pasa nada, pero que para la próxima vez te consulte ante de comprarte flores. Yo asentiría con una sonrisa picarona y te devolvería el beso en la mejilla, como también sé que te encanta que lo haga.
A continuación me pasaría la tarde entera siguiéndote de un lado hacia otro, hasta que, cansada, me miraras con aire despreocupado y me dijeras aquello de que me fuera a hacer algo mejor. Entonces aprovecharía para salir al jardín y desenterrar aquello que tantas ganas tuve desde que sé que existe, aquello que tú escondiste precisamente para que nadie fuera capaz de encontrarlo, para que nadie te juzgara, para que nadie supiera en verdad la clase de mujer que eres. Tras guardarlo bajo mi jersey subiría a mi habitación sin que me vieras y lo guardaría debajo de mi almohada hasta que llegara el momento de usarlo.
Al rato, intranquila, me llamarías por toda la casa para ver donde estoy. Me encontrarías en mi habitación leyendo un poco del último libro que me compraste hace dos semanas. Lo terminé esa misma tarde pero sabía que no te gustaba que leyese tan rapido, siempre me decías que se me iba a cansar la vista de tanto leer, por eso, cada vez que preguntabas por él, lo abría en una pagina al azar, lo más próxima al principio, y hacía que leía pausadamente. Me mirarías con una sonrisa tranquila, pausada y pedirías perdón por molestar. Entonces yo dejaría el libro encima de la cama y correría a darte un abrazo, como todas las tardes a esa misma hora. Me prepararías un bocadillo y me dejarías la leche en el microondas para que me la calentara. Saldrías de casa con cualquier excusa, de esas que te daban tanto resultado, como aquella que me hacía tanta gracia, "Voy a ver a la vecina, que mañana tiene una boda y no sabe que ropa ponerse, debo aconsejarla", y cogías el coche y te alejabas. Nunca entendí como podía casarse la gente en miércoles.
Cuando volvieras estaría la mesa preparada. Tú traerías cualquier cosa en una bolsa y una excusa en los labios que empezara con un "Se me hizo tarde y..." yo ni siquiera escucharía como terminaba la frase para reengancharme cuando decías aquello de "Mañana no te preocupes que llegaré antes" ¿De verdad ignorabas que yo sabía perfectamente donde ibas? Encendería la tele y se acabaría nuestro diálogo. Sucesos, muertes y noticias pasarían a formar parte del pasado cuando se apagara aquel maldito aparato que hacía nuestras cenas tristes, silenciosas y lejanas.
Cuando llegara la hora de acostarse subirías a buscarme a mi habitación, abrirías la puerta y me desearías buenas noches. Entonces sería el momento oportuno para sacar aquello que había estado esperando durante toda la tarde. Te retendría con la excusa de que me apetecía que me leyeras un trozo de algún libro, que yo me sabría de memoria, y entonces sucedería. Pasaría mi mano suavemente por debajo de la almohada y sacaría cuidadosamente aquel cuchillo desenterrado del jardín. Entonces podría sentir tu respiración agitada y tus ojos casi salidos de sus órbitas, mirándome aterrorizados. Yo me acercaría a ti ya que el miedo al ver aquel cuchillo que ya apenas recordabas te tendría paralizada y me sería muy fácil atravesar con él tu delicado cuello, siempre untado con cremas que intentaban que no aparentara su verdadera forma. No podrías ni por asomo haberte imaginado que sería el mismo cuchillo con el que tú mataste a tu esposo, mi padre, el que acabara también con tu vida. Se acabarían las mentiras, se acabarían las habladurías de la gente, todo.

Pero no compré aquellas flores, las justas para simular una muerte por venganza amorosa, aquellas que lo hubiesen hecho todo más fácil. No. Tuve que simular un robo y una historia coherente que contarle al policía de turno cuando llegó a casa tras la llamada de una vecina dos días después tras ver que no había movimiento en la casa. Al llegar encontraría la casa totalmente revuelta, un cadáver en descomposición y un niño atado y amordazado a su cama, totalmente destrozado por haber presenciado la escena de un crimen. El arma jamás la encontrarían, como en el caso archivado años antes. Buscarían un asesino en serie que se habría cebado con aquella pobre familia, pero nunca lo encontrarían.

¿Qué fue de mí? Me realojaron en otra familia, todos se compadecieron de aquel pobre niño que se había quedado huérfano en tan solo cuestión de unos años.

5 comentarios:

Rebeca Gonzalo dijo...

Me gusta la tensión que se respira y el toque de humor que se intuye al inicio. El giro inesperado me ha gustado especialmente. ¡Muy buena! Aseguras que no es de tu estilo, pero a mí me ha enganchado. Un saludo.

Anónimo dijo...

Pero con esa carina... pubritín :)

Muy bueno. Aparenta un principio de conjeturas en donde nos muestras una realidad ficticia sin desvelar personajes ni trama,los cuales van emergiendo poco a poco y al mismo tiempo construyéndose la historia hasta llegar a un final que bien puede ser el comienzo de otra.
Muy bien conducida Gloria,y por supuesto que sigas en esa línea que como ves puedes con todo los géneros!!
Un abrazo y que ciudad mas wapa tienes mare!!
Animoo!!

Carmelita Descalza dijo...

Hola lo que escribes es muy bueno esta precioso, he pasado por aquí y no se como he llegado, si tienes tiempo de visitarme te dejo la dirección de mi blog.
un abrazo.
http://tumehasllamadojesus.blogspot.com

Anónimo dijo...

Muy biene escrito, me ha gustado como va trnsformándose conforme va avanzando la historia y el desenlace es inesperado, pero muy bueno ..... para que se vea que hasta el más ingenuo esconde algo.
Sé que no pudiste dejarme comentario pero no sé porqué pasó.... sigo sin saberlo aunque en mis últimas entradas ya vuelve a salir la opción
gracias por pasarte por mi página.
Un saludo

Carla dijo...

¡¡¡¡¡¡Uf!!!!!!!!! Con los pelos de punta me has dejado, y medio pasmada a causa del permanente estado de tensión desde que empecé a leer tu historia. Fantástica, por cierto.

Un abrazo!