domingo, 11 de diciembre de 2011

CuEnTaCuEnToS: Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma.

Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma. El aire que se escapaba de tus labios chocaba en mi cuello, resbalando por mi espalda como un susurro, como una brisa de aire fresco en la playa. Tus manos en principio unidas a las mías ahora cobraban vida propia para recorrer cada centímetro de mi piel. Despacio. Sin prisa. Primero bajando por mis brazos hasta llegar a mi espalda. Después, llegando a mis muslos pasando antes por mi vientre, para acabar haciéndome cosquillas en los pies. Con cada roce de tu piel se erizaban todos mis sentidos. Ahora no era el aire sino tus labios los que, suavemente, descendían por mi cuello hacia mis hombros, esa sensación que tanto me gustaba se iba apoderando de todo mi ser, lentamente. Estaba inmóvil, las sogas apenas me apretaban las muñecas, pero impedían que me moviera con total libertad. Con cada movimiento de tu cuerpo con el mío notaba el roce de éstas con mi piel excitándome hasta límites insospechados. Mis piernas, juntas hasta ahora, se separaban lentamente debido a la presión que ejercían tus manos sobre ellas. La venda de los ojos me impedía verte pero no olerte. Respiro cada vez más profundamente, tu sudor y el mío se van mezclando poco a poco, sin prisa aunque cada vez con menos pausa. Deseo morderte, besarte y tocarte desesperadamente pero las sogas me lo impiden, me hacen daño, pequeñas heridas de las que noto como salen diminutas gotas de sangre. La tensión es insoportable, muerdo la mordaza con todas mis fuerzas como último remedio para ahogar mis gemidos y dejar fluir mis emociones mientras tú te empeñas en dominar la furia de mi cuerpo.

Cuando todo ha terminado siento como la fuerza de mis ataduras disminuye, me desatas. Quieres quitarme la venda de los ojos pero te susurro que no lo hagas. Te vas. Yo me quedo quieta, en la cama, deseando que hubieras sido tú. Esta vez tampoco tuve suerte. Tú nunca me desatabas hasta que no te decía las palabras adecuadas. ¿Hasta cuándo va a durar esta tortura que me mata y me excita al mismo tiempo? Quizá la próxima vez tenga más suerte.


4 comentarios:

Jan Lorenzo dijo...

Wooooow, que dirección al masoquismo has tomado... Un relato muy sugerente! Aunque se percibe nostalgia en ella...

Un placer volver por aquí.

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Malena dijo...

Me alegro de habernos reencontrado :). Qué te voy a decir? como buena defensora del arte del bondage, tu relato me ha gustado especialmente.

Un placer leerte de nuevo :)

Pugliesino dijo...

El deseo atrapado no solo entre los nudos de la soga, sino entre la palabras de un relato que las acaricia, que las desliza con pasión por sus líneas in crescendo a medida que descienden.
El deseo en su mas intima fuerza.

Bienvenida quilla!

Esther dijo...

Sí, se volvió masoca, empezó suave...

Me gustó.

Un saludito y encantada de conocer tu espacio :)