martes, 16 de noviembre de 2010

CuEnTaCuEnToS: propuesta de Sechat

Abro lo ojos e impulsivamente miro el reloj. No puedo ver nada, está todo demasiado oscuro. Quizá si fijo mucho la vista lo consiga. No. Imposible. Demasiado oscuro. Intento respirar pausadamente. No lo consigo. De acuerdo, debo calmarme. Las ocho, seguro que son las ocho. Si, eso está mejor. Son las ocho de la mañana. Ahora voy a levantarme, me voy a poner las zapatillas de casa y la bata, voy a abrir la puerta de la habitación, voy a ir a la cocina a poner unas rebanadas de pan en el tostador, tostadas, si, las tostadas me gustan mucho, después voy a darme una ducha, si, con agua caliente, una ducha. Así está mejor, respirando poco a poco, sin que se me acelere el corazón. Así, tranquilo. Todo está bien. No. No voy a abrir los ojos. Demasiado oscuro. Todo irá bien hasta que no recuerde que no tengo espacio para moverme. Ducha caliente, si, agua caliente. Tranquilo. Mi cuerpo se relaja bajo la lluvia de agua caliente. Mejor, así mejor. ¿Qué voy a hacer después? Después voy a vestirme y voy a coger el coche para ir a la oficina. No. Mejor voy a ir andando. Andando, si, dando un paseo. Me encanta pasear. Pasear. Mierda. Aquí no puedo ni moverme. Todo está oscuro, demasiado oscuro. Se me vuelve a agitar la respiración. No, para, relájate. Respira hondo. Así, muy bien, poco a poco. El corazón tiene que volver a latir a su ritmo. Volvamos al paseo. ¿Qué hora será ya? Las nueve. Seguro que ya son las nueve. Entonces llegaré al trabajo. Mi trabajo. Me encanta mi trabajo. Me sentaré en mi silla. Azul. Me sentaré en mi silla azul y empezará la rutina diaria. Rutina. Esto si que es una rutina. La misma oscuridad cada día. El mismo silencio. La misma posición. Apenas hay espacio. Tranquilo. Respira. Concéntrate en la respiración. No. Esto es un asco. Quiero salir. Quiero irme. Quiero volver a mi vida. Mi vida. ¿Acaso no recuerdas que ya no tienes vida? Estas aquí dentro, bajo tierra. ¿Crees que alguien se va a acordar de ti? Tranquilo. Respira. Todo está bien. Todo va bien. No abras los ojos, sabes que está oscuro. ¿Qué hora es? Las diez, seguro que son las diez. Las diez está bien. ¿Cuánto tiempo más voy a seguir engañándome? Rectifico. ¿Cuánto tiempo más voy a poder seguir engañándome? Esto acabará algún día. No. No voy a pensar en eso ahora. Tranquilo. Necesito estar tranquilo. No, no abras los ojos. Todo está oscuro. Sabes que te mareas si los abres. Ya te pasó una vez. ¿Acaso quieres repetirlo? No. Respira. No te muevas. No toques las paredes. Están frías. Aquí siempre hace frío. No. No empieces otra vez. No pienses. ¿Qué hora es? Las once. Si. Seguro que son las once. Mierda. ¿A quién quiero engañar? Estoy muerto. Los muertos no piensan. Tampoco respiran. No. No estoy muerto. No. No lo estoy. Si. Lo estoy. No. Tranquilo. Vendrán a buscarte. Solo es un error. Eso. Así. Respira despacio. Vendrán. Solo es un error. Ducha de agua caliente. Caliente. Paseo. Trabajo. Así, mucho mejor. Las doce. Seguro que ya son las doce.

3 comentarios:

AnuskA dijo...

Espero que realmente estuviera muerto, porque ser enterrado vivo es una de las peores cosas que te pueden pasar, a mi parecer.

No soporto los espacios cerrados...

Rebeca Gonzalo dijo...

Un enfoque interesante de la claustrofobia en tu relato. Un abrazo.

Pugliesino dijo...

Posiblemente ese rincón en donde se escribe el silencio y puede oirse sus palabras sea el último lugar con vida.
Pero que vida mas estresante! :)

Un abbraccio