viernes, 25 de mayo de 2007

CuEnTaCuEnToS: Te CoNoZcO dEmAsIaDo BiEn...

Te conozco demasiado bien. Todo lo que vayas a decirme ya lo habré oído una y mil veces. Siempre dices lo mismo, me tienes harto. No haces más que repetirme lo que no debía haber hecho, sí, lo hice mal, ¿Y qué? ya no tiene remedio. No empieces otra vez, sé que fue culpa mía, que no tenía que haber abandonado, que no debía de haber dejado que ocurriese. ¿Y qué más da, si ya no tiene remedio? ¿De qué sirve que me martirices una y otra vez con la misma cantinela de siempre? Me tienes harto, ¿me escuchas? Harto. Sí, ya lo sé, a lo mejor podía haber arreglado las cosas de otro modo, siempre hay otro modo, pero en ese momento no vi otro modo. Tu nunca me entiendes y yo siempre debo hacerlo, no tengo porqué aguantar tus discursos eternos sobre lo que está bien y lo que está mal. Ya soy lo suficientemente mayorcito para saber lo que es bueno para mí y lo que no, lo que quiero y lo que no quiero y lo que me hace falta ahora es un poco de tranquilidad y créeme si no dejas de hablar no lo voy a conseguir nunca. Sé que aquella noche había bebido, sí, ¿y qué? no soy de los que el alcohol les afecta a lo que ven. No quiero recordarlo, déjame, no empieces con que recordar es bueno, no, no quiero recordar. Sí, era ella, la vi, estoy seguro. Tan fría y tan seca como siempre, ¿para que quieres saberlo? ¿acaso eso me va a ayudar a algo? tú y tus estúpidas manías por saberlo todo. ¿Sabías que algún día me traicionaría? ¿por qué no me avisaste entonces? Ahora tus palabras no sirven de nada, se las lleva el viento. Estaba tan hermosa como siempre. Llevaba aquel vestido que sabía que me volvía loco. Sus labios pintados de un rojo carmín, que los hacían de un carnoso irresistible, sus ojos que hablaban aún sin necesidad de pestañear. ¡No! ¡No la llames puta! No tienes derecho, ¡Cállate ya! No quiero recordar más y no puedes obligarme. No, eso no es así, no fue eso lo que ocurrió, no quiero seguir escuchándote ¡Basta! ¡Yo la amaba! Yo la amaba... Sí, me duele recordar, me estás haciendo daño... cállate. Yo me ausenté un momento, fui a buscar algo más de bebida. No, no estaba borracho. Cerré la puerta y crucé la calle para ir hasta el supermercado. Cuando volví... ¡No me grites! ¡Te contaré lo que quiera! Además ya lo sabes, lo sabes todo, no sé para que quieres escucharlo otra vez. Me tienes harto con tus exigencias. Sí, ya se que es el precio que tengo que pagar, pero ya te he dicho mil veces que no tenía otra salida. Cuando llegué lo vi todo por la ventana. Ella... él... los dos... No, no quiero recordarlo más. Es mi castigo por hacer lo que hice, lo sé, pero no tuve el valor de enfrentarme a aquellos ojos, aquella mirada, ella... Sí, sé que todos lo sabían, sé que fui el último en enterarme, por eso lo hice. ¡Sí! ¡Por eso! Yo la amaba. No fui un cobarde, no, no lo fui, entérate rata inmunda, no fui un cobarde, no tenía otra salida ¿acaso no lo sabes? ¿quieres acabar con esto de una vez? ¿quieres más detalles? Me refugié donde pude, a rastras conseguí vomitar lo poco que aún me quedaba en el estómago. La cabeza me daba vueltas, ya no me servía para nada. Me acerqué a una esquina, envuelto en mi propio vómito, y lo hice, sí, lo hice, no tenía otra opción. Cogí las botellas que había comprado, me las bebí. Todas si. ¡No me llames cobarde! ¡Lo hubiese hecho igual estando sobrio! Rompí una de las botellas vacías contra la pared de ladrillos que aún me sostenía y lo hice, sí, me la clavé en el cuello. Vi como la sangre recorría el cristal que sobresalía de él y se derramaba en el suelo, entre el vómito y el alcohol. Luego llegaste tú. Maldito sea aquel día. Sí, maldito. No me has dejado tranquilo ni in solo día. Sé que es el precio que tengo que pagar por haber bajado hasta aquí. ¡No soy un cobarde! ¡Cállate! ¡Déjame en paz! Te conozco, sé que el infierno sobrevive gracias a ti, a que consigues hacer que los que aquí habitamos recordemos cada día lo que nos trajo hasta aquí. Algún día no podrás obligarme. ¡Algún día! ¡Algún día no podrás! ¡Vete! ¡Huye! Te conozco, déjame solo, mañana ya verás como no será tan fácil convencerme.

3 comentarios:

CAESAR dijo...

Que chula la historia cielo, un monologo genial, de verdad. Espero que mi relato tambien este a la altura, lo he intentado hacer lo mejor posible, pero todavia tengo que practicar mas, jeje. Espero que practiquemos juntos mas a menudo, me ha encantado de verdad. Te quiero mucho vida mia y cada dia mas, eres la reina de mi corazon y la razon de mi universo, eres mi vida. Te amo ahora y siempre. Muak!!

Pugliesino dijo...

Tarde, ya en los territorios de la siguiente historia, que no consigo escribir, pero aquí estoy, sin poder dormir, para comentarte sobre una narración genial Gloria. A medida que la iba leyendo fui pasando de leerla mentalmente a ir dándole voz porque la propia dinámica lo pedía y de estar dormido a irme despertando a causa de la fuerza que desprendía tu relato.Escrito con rabia, con ira, con energía desafiando dioses y demonios, incluso minimizando a la misma muerte por debajo del coraje que mostraba el protagonista por sus actos.
Brillante. Un abraccio!

Anónimo dijo...

Llego muy tarde pero es que no tengo tiempo para nada, perdóoon.

Me ha gustado nena, un monólogo muy intenso.
Felicidades.
Un super beso.